lunes, 21 de septiembre de 2015

Feliz Primavera !


Feliz Primavera les desea el equipo de Valles del Norte.

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viernes, 4 de septiembre de 2015

Fiesta del Milagro 15 de Septiembre


Aproximadamente diez años después de la fundación de la ciudad de Salta, el 19 de junio de 1595, se divisaron dos grandes cajones flotando sobre las aguas del Océano Pacífico, en las cercanías del puerto del Callao en Perú. Uno de los cajones traía grabado a fuego la frase «Una virgen del Rosario para el convento de predicadores de la ciudad de Córdoba», hoy Convento de Santo Domingo, y el otro «Un cristo crucificado para la iglesia matriz de la ciudad de Salta», imágenes barrocas (de la Escuela Castellana) que eran enviadas por el antiguo Obispo del Tucumán Fray Francisco de Vitoria que estuvo presente en la fundación de la ciudad. Jamás se supo qué embarcación las trajo desde España ni qué fue del mismo.
Una vez transportadas en procesión hasta Lima, la capital de Perú, el virrey García Hurtado de Mendoza ordenó que se cumpliera el mandato y la voluntad del Obispo Vitoria. De modo que las imágenes fueron cargadas a lomo de mula y transportadas aproximadamente 2800 km por el viejo Camino del Inca, dejando en Salta el cristo correspondiente y continuando la peregrinación con destino a la ciudad de Córdoba.
En Salta, las imágenes cuya autoría se atribuyen a Juan Martínez Montañés, fueron recibidas con entusiasmo en el llamado desde entonces Campo de la Cruz y, luego de un solemne oficio religioso, ubicaron el cristo crucificado en el altar de las ánimas —o sacristía de la iglesia matriz— donde fue olvidado por largo tiempo.
Luego de 100 años de la llegada de la imagen a Salta, exactamente a las 10 de la mañana del 13 de setiembre de 1692, un gran temblor sacudió la ciudad de Esteco, que quedó definitivamente arruinada, por lo que poco más tarde sería despoblada. El sismo fue también percibido en Salta, donde causó grandes daños, aunque no tan graves como en Esteco.
En la Iglesia Matriz de Salta se encontraba una imagen de la Inmaculada, que posteriormente se llamaría «Virgen del Milagro», propiedad de una familia asentada en estos solares, que la había dejado por unos días —desde la festividad de la Natividad de la Virgen María el día 8 de setiembre— en un nicho superior del altar, a unos tres metros de altura aproximadamente. Cuenta la tradición, que los asustados salteños pensaron que su ciudad sería destruida, pero los daños no fueron tan graves; en cambio, el templo había sufrido graves daños. Al ingresar al templo, se encontró la imagen de la Virgen en el suelo, a los pies del Cristo, como si lo mirara en actitud orante, sin que sufriera ningún daño en su rostro ni manos, pese al gran tamaño de la imagen y la altura desde la cual había caído. Los colores del rostro habían cambiado, quedando pardo y macilento. Este hecho fue interpretado como una súplica e intercesión de la Virgen ante su Hijo, con el resultado de los escasos daños sufridos por la ciudad.
La imagen fue llevada a la casa del alcalde Bernardo Diez Zambrano donde fue exhibida toda la noche y rodeada de orantes. Al día siguiente, la imagen fue colocada en el exterior de la Iglesia Matriz, para que todos la pudieran venerar. Allí se confirmó que los colores del rostro seguían cambiando.
Los temblores de tierra continuaron, aunque con menos intensidad. Uno de los Padres de la Compañía de Jesús, José Carrión, afligido por la situación sintió una voz, con toda claridad, que le decía «mientras no sacasen al Cristo en procesión, no cesarían los terremotos».1 El sacerdote se dirigió urgentemente a comunicar el mensaje recibido. Los padres jesuitas recordaron la imagen enviada por Vitoria, entraron al templo y bajándola con mucha dificultad la acomodaron en andas que sirvieron para sacarla al atrio de la derruida iglesia, liberando del encierro la imagen luego de un siglo entero. La colocaron frente a la iglesia que la Compañía de Jesús tenía en el centro de la ciudad, y el pueblo acudió al templo con antorchas encendidas. Las campanas llamaron a penitencia y la imagen fue sacada en procesión por los fieles salteños, con el ruego de que cesaran los temblores.
Al amanecer del día 15 la tierra dejó de temblar, aunque volvió a estremecerse a la noche, en medio de procesiones y rogativas. Al cesar los estremecimientos, el día 16 renació la calma y con ella se comenzó a hablar del «milagro». Días más tarde se tuvo noticias de la destrucción de Esteco, lo cual aumentó la magnitud del «milagro» obrado por la Virgen y el Señor de la iglesia de Salta.
Una nueva historia empezaba para esta sencilla imagen y para los salteños, que conservan hasta hoy su culto y su devoción.


jueves, 3 de septiembre de 2015

Importantes Descuentos !


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martes, 1 de septiembre de 2015

Cafayate, La Tierra y sus Contrastes


Tierra del vino de altura, aquí la vida transcurre pintada de colores: el verde de los viñedos, el rojinegro de los ponchos, el rojo de las piedras.

De cielos límpidos y soleados, Cafayate, corazón de los Valles Calchaquíes salteños, es la tierra del vino de altura. Aquí las uvas maduran lenta y sabiamente, bajo la mirada y supervisión de los bodegueros, para ofrecer vinos de calidad. Alrededor de esta actividad, la vida transcurre tranquila y favorece el encuentro de lugareños y turistas. Frente a la plaza, los artesanos ofrecen sus trabajos de alfarería y platería, tejidos en lana y los típicos ponchos salteños. Las guitarras suenan en los festivales y peñas –hermosa resulta en el verano la Serenata a Cafayate-, mientras los cocineros preparan platos típicos (imperdibles las empanadas). En las afueras, los cerros ofrecen vistas panorámicas del valle, los ríos esconden cascadas sorprendentes y el tiempo realiza un inclaudicable trabajo de erosión sobre las rocas.


A Cafayate se llega, desde la ciudad de Salta, por la Ruta Nacional 68 en un recorrido de 183 km. Unos 50 km antes del ingreso a la cuna del vino salteño, el camino sorprende al viajero con el paisaje de la Reserva Natural Provincial Quebrada de las Conchas. El capricho del tiempo y la erosión lograron aquí formaciones rocosas que semejan figuras animales –como el Sapo- o humanas –como el Fraile-. También, imponentes Castillos Colorados, un Anfiteatro Natural de maravillosa acústica y la Garganta del Diablo, una inmensa pared circular de 50 metros de altura. Sin dudas, algunas de las postales más lindas del noroeste argentino.

Al llegar a Cafayate el viajero se encuentra con la localidad turística más importante de los Valles Calchaquíes. Caminar por sus calles, sentarse bajo los árboles de la plaza, recorrer el Mercado Artesanal, degustar delicias norteñas y hacer una visita a las bodegas de la zona y al Museo de la Vid y el Vino son algunas de las actividades sugeridas. Luego, las opciones se abren a diferentes intereses. Una de ellas es tomar el sendero que conduce a San Isidro, donde hay cuevas con pinturas rupestres. También se puede realizar una caminata a la vera del río Colorado -que se aconseja hacer con guía y que requiere de un buen estado físico- para descubrir sus múltiples cascadas. O recorrer los médanos, pequeñas montañas de arena blanca que cambian constantemente de forma y que, bajo la luz de la luna, tienen una belleza muy especial.


Desde Salta se puede viajar hacia Cafayate en vehículo particular, en ómnibus o contratar una excursión. Llegar hasta Cafayate, recorrer el pueblo y sus alrededores lleva un día entero. Se pueden contratar excursiones para recorrer los distintos atractivos, realizar cabalgatas o alquilar bicicletas.